martes, 19 de marzo de 2024

Fuegos que no queman. Bosques que no arden

 Una historia de bomberos forestales

 

A veces cuesta explicar la situación en la que nos encontramos. Para la sociedad en general, los incendios forestales se viven a cierta distancia y con gran expectación. Unos siguen la evolución desde sus casas, viendo la tele, escuchando la radio o leyendo los periódicos. En las localidades próximas se asoman a sus ventanas mientras ven como una fina capa de ceniza se posa silenciosa en sus balcones. Entre los habitantes de los pueblos afectados se respira la inquietud de la incertidumbre. El estruendo de los helicóperos batiendo sus hélices agitan la calma cotidiana del mundo rural. Las avionetas surcan el cielo desafiando al fuego y hasta la mismísima ley de la gravedad. El humo se cuela por las calles, ventanas, puertas y fosas nasales. La sirenas invaden hasta el último rincón de paz y los rotativos rompen la oscuridad cuando llega el ocaso. En la noche, un resplandor ocre tiñe las montañas de alrededor. Casi todas con nombres, casi todas verdes en el último amanecer, casi todas brillando por última vez.

 

Quizás la mejor manera de explicar todo es contando una historia. Un relato de relatos, con sucesos y circunstancias que han pasado y siguen pasando. Como el siguiente, donde los nombres y la sucesión de acontecimientos es ficción, pero los hechos y circunstancias que se detallan son reales como la vida misma. Para quien corresponda.

Hemos recibido un aviso. Incendio forestal. Rápidamente nos cambiamos y nos ponemos los trajes todavía manchados del día anterior. Sólo tenemos uno y no hemos podido lavarlo todavía.

Hoy somos cuatro. Nos gustaría ir la dotación completa de seis bomberos forestales, pero nunca es lo habitual. El año pasado eso sólo ocurrió un día de cada cuatro. Uno de nuestros compañeros, Germán, dió “no apto” en el reconocimiento médico y no han enviado a nadie para sustituírlo. Germán tiene 58 años pero su espalda parece que tenga 90. Varias hernias le impiden apenas caminar y le cuesta mantenerse erguido. Son las secuelas de una vida dedicada al campo y al fuego. No sabemos que ocurrirá con él, porque no hay regulada una segunda actividad y nos tememos lo peor. A sus 58 años, es difícil volver a empezar. Hay más de 80 personas en el servicio que superan los sesenta. Decenas de compañeros que, al igual que Germán, un reconocimiento médico los ha dejado al borde del abismo, en la nada de la incertidumbre.

Con la dotación completa podríamos hacer dos tendidos y contener los conatos en poco tiempo, pero entre cuatro nos cuesta horrores. Sólo nos da para contener un flanco en un momento en el que el monte acusa una sequedad extrema. Hacía años que no veíamos las llamas propagarse incluso por las raíces, bajo un suelo mineral excepcionalmente árido y poroso.

Salimos del parque. Nuestro jefe de unidad, Paco, da la orden de adelantarnos con el 4x4. Hoy conduzco yo, porque Salva, nuestro subjefe está de baja y no han contratado a nadie para sustituirlo. Salva sufrió una caída trabajando, pero no le dió importancia. Es algo que ocurre a veces. Al día siguiente apenas podía moverse. La radiografía que le hicieron en urgencias mostraba una costilla rota. Como no anotó nada en el parte, la mutua le dijo no se qué de una patología preexistente y que no se hacía cargo. Lleva treinta días de baja laboral cobrando menos de 900 € porque que no lo han considerado un accidente de trabajo. Pese a que sigue con dolores, le ha pedido al médico de cabecera que le de el alta cuanto antes. Es un accidente más que no saldrá en las estadísticas. Pese a ello, cada año se contabilizan oficialmente más de 100 accidentes laborales en el servicio.

David, el conductor del camión tiene que apañárselas sólo mientras conduce; con la emisora, rotativos, tablet.... Normalmente va acompañado, pero hoy no puede ser. David tiene 48 años y se acaba de separar. Tenía que recoger a su hijo esta noche, porque mañana se iban al Bioparc, aprovechando que libraba el domingo. Este año le tocaba a él celebrar sus siete vueltas al sol. Mientras conduce, no para de pensar en a quién llamar para que se haga cargo de él. Un sábado... no va a ser fácil. En este servicio tu tiempo no es tuyo hasta que la empresa decide. Aunque hayas hecho planes para el cumpleaños de tu hijo. David se pregunta cómo podría pedir el día libre para su día libre. Nadie le da una respuesta.

Mientras conduzco el todoterreno pienso en la reunión que tuve anteayer en el banco. Volvieron a denegarme la hipoteca... Cuando supieron que era uno de los trescientos “indefinidos no fijos” de la empresa, dieron el portazo. Saben que he de someterme a un proceso de estabilización donde puedo perder el trabajo, pese a llevar quince años en el servicio y haber hecho todo lo que me pedían para conseguir el puesto. Me costó cinco años acercarme a casa y cuando por fin puedo dejar de pagar alquileres, me encuentro en un nuevo callejón sin salida. Y lo que es peor... aunque me estabilice, puedo perder mi destino y acabar a 200 kilómetros de mi familia. Cada noche, en mi cabeza se amontonan pensamientos recurrentes. Las horas pasan y el sueño no llega. Todavía no he empezado a tomar nada, pero otros compañeros llevan tiempo medicándose para dormir.

Acelero para ganar unos minutos que podrían ser decisivos. En los asientos traseros va Isabel que es bombera forestal. Por el camino escribe a su pareja “Cancela la cena, porque igual llego tarde”. Es sábado y habían reservado en un italiano. “No te preocupes, ten cuidado” Le responden al otro lado.

Todos hacen sus cábalas. Son salientes, es decir, libran al día siguiente por lo que saben que si la cosa se lía, les obligarán a quedarse toda la noche. Curiosamente, los que trabajan mañana se quedarán en sus bases. Aunque legalmente hay unas limitaciones de jornada que no deberían sobrepasarse, parece que a nadie le importa. El año anterior superamos el tiempo máximo de intervención una decena de veces y en siete ocasiones estuvimos trabajando más de veinte horas consecutivas. Los conductores de emergencias no están sometidos a los tiempos de descanso obligatorio y eso da total libertad a los mandos para exprimirlos durante las intervenciones. Si tras 24 horas sin dormir, paras a tomar un café, tendrás que dar mil explicaciones de por qué has tardado tanto en llegar a la base.

Cuando llegamos al incendio reina el caos, como en casi todos los grandes incendios forestales. La jornada va a ser dura. El terreno es escarpado y debemos atravesar pistas angostas custodiadas por imponentes columnas de pinar adulto.

Paco está nervioso. Sólo son cuatro y así es imposible cumplir con los protocolos de seguridad. No puede tener observador y es difícil ejecutar con éxito la maniobra de atrapamiento que han ensayado tantas veces con la dotación completa. Finalmente se encuentran con la unidad a la que deben relevar. Está trabajando en cola y flanco derecho. Hoy chuparemos poco humo.

Antonio, el jefe de la otra unidad les comenta que llevan desde la 1 de la madrugada. Están agotados. Cuando los movilizaron, apenas habían dormido un par de horas. Pero es habitual saltarse el descanso mínimo legal en este servicio. Lo hicieron en más de cuarenta ocasiones el año pasado. La unidad de Antonio lleva veintisiete horas a sus espaldas con sólo cinco horas de pausa. Cinco horas para ir a casa, cenar, dormir un par de horas y volver a la base para trabajar doce horas más. Es curioso que existiendo un decreto que acorta las jornadas en trabajos de especial penosidad y toxicidad, en el servicio de bomberos forestales se amplíen hasta alcanzar los límites de la capacidad humana.

Tras despedirnos, nos ponemos las mascarillas de papel antipartículas, que sólo sirven para no tragar cenizas. Los gases tóxicos del incendio las atraviesan como si nada. La pendiente y el esfuerzo nos obliga a dar profundas bocanadas mientras algunas rachas de viento empujan el humo hacia nosotros, llenando nuestros pulmones de un abundante surtido de gases de combustión.

“¡Y que no nos paguen toxicidad!” Grita Isabel.

Cuando Isabel tuvo a Luis, su hijo, tuvo que renunciar a la lactancia natural. Ella ha asumido respirar toda esta mierda cancerígena, pero su hijo no. Y no iba a permitir que le llegara ni si quiera a través de un acto tan natural como es amamantar a su hijo. Pese al sacrificio que le supuso la decisión, todavía se siente juzgada cuando la miran dandole fórmula. Pero sabe que su leche está tan contaminada como sus pulmones.

Ninguno de los bomberos forestales de la comunidad valenciana cobra en concepto de toxicidad, penosidad o peligrosidad. Y es que, como en tantas y tantas administraciones autonómicas, nadie se ha preocupado de estudiar cómo nos afecta el calor, los sobreesfuerzos, las lesiones, el estrés o el humo. No nos dejan fumar en las terrazas para proteger la salud, pero podemos respirar cianuro de hidrógeno a bocanadas sin que a nadie le importe. Así es la vida, pensamos.

En plena noche cerrada continuamos extinguiendo el flanco, cansados por el esfuerzo que tenemos que hacer para transportar las mangueras entre tres. La humedad apacigua las llamas y empieza a enfriar nuestro sudor que empapa nuestra espalda. El relevo, como de costumbre, tarda en llegar. Hoy de nuevo haremos más horas de las que tocan. Mientras aguardamos en el punto de encuentro, amanece. Con las primeras luces, aparece un puñado de vecinos. Algunos nos animan, pero otros no entienden que hacemos parados, sin hacer nada. Si supieran...

Por fin llega la unidad que nos sustituye. Es una unidad de refuerzo que empezó hace apenas quince días. El responsable nunca ha estado en un incendio. La mayoría ni si quiera se ha podido preparar físicamente porque el resto del año han tenido que buscarse la vida en trabajos de fortuna. Las unidades de refuerzo sólo trabajan seis meses al año. Es incomprensible. Tarde o temprano tendrán que abandonar este oficio en busca de un salario digno y estable que les permita sacar adelante sus proyectos vitales. Sólo conozco un servicio público con puestos estructurales de seis meses. El Servicio de Bomberos Forestales. Hay quince unidades de refuerzo en la Comunitat Valenciana. Doscientos trabajadores que terminarán por claudicar y renunciar.

Soñamos con horarios fijos y tener la soberanía de nuestro tiempo libre. Soñamos con más personal y que la salud sea un derecho, y no una condena. Soñamos con noches sin localizaciones, trabajos fijos de doce meses, salarios dignos, dotaciones completas... Soñamos con humos inocuos, incendios seguros, fuegos que no queman y bosques que no arden.

 

Aunque soñemos cosas que parecen imposibles, luchar es para lo que nacimos. Que a nadie se le olvide.

lunes, 4 de marzo de 2024

Las "proxy war" del Consell. El caso de los bomberos forestales

El concepto de guerra proxy llega también a la política valenciana. Empujar a una guerra contra el enemigo, pero en un país "amigo" para evitar que las bombas caigan al lado de tu casa. El objetivo es sencillo: aumentantar la dependencia económico-militar de tu aliado mientras aniquilas a tu enemigo sin mancharte las manos. Guerras híbridas que no sólo utilizan la fuerza militar, sino todo tipo de herramientas económicas, financieras y comunicativas con el objetivo de derribar al adversario en todos los frentes.

Esto viene muy bien para explicar lo que está pasando con el Servicio de Bomberos Forestales. Buscando una simetría, los bomberos forestales seríamos el enemigo y la SGISE el territorio "aliado" que está en manos de VOX, donde lanzar las bombas. El PP sería la potencia que empuja a un conflicto en el que ni si quiera va a mancharse las manos. La artillería mediática no ha dejado de disparar en redes y en sede parlamentaria, mientras se articulan todo tipo de medidas contra el adversario: recortes presupuestarios, declaraciones difamatorias, despidos y cese de encomiendas. 




 

No es casualidad que la SGISE sea el foco de todos los males. Hasta 14 entidades tuvieron una calificación desfavorable en el último informe de la Intervención de la Generalitat. 

 


La clave está en que la SGISE es ahora la mercantil de VOX y en ese terreno, para el PP es más fácil librar una batalla y esquivar las balas. Poniendo en el punto de mira a esta entidad conseguían abatir varios blancos a la vez. 

Por un lado, abren la puerta a revertir la subrogación del personal. Porque el PP no quiere gestionar este servicio. Mientras estuvo en el poder se encargó de mantenerlo subcontratado a Tragsa donde alcanzamos las cotas más altas de miseria y explotación. Los que ahora se toman tan en serio los informes de la Sindicatura, estuvieron años ignorando sus indicaciones que señalaban una y otra vez la irregularidad que suponía recurrir a medios propios para nutrir las carencias de personal de la Generalitat.

 


Por otro lado, la lógica nos dice que están preparando el camino para que si repite legislatura, ya sin VOX en el Consell, puedan quitarnos de en medio con facilidad. Y aquí está la clave de la guerra proxy: dejemos que sea nuestro "aliado" quien se exponga a la batalla que se va a desatar. Es un ganar-ganar: desgaste político y mediático para VOX y también para los profesionales del servicio. VOX sería el sicario encargado de dar el tijeretazo a un servicio que está ya herido de muerte, enfrentándose a los profesionales mientras el PP observa plácidamente desde el escaño.

Por todo ello, en un principio sí que había una estrategia de dejar caer al servicio, haciendo una interpretación de parte de los informes de la sindicatura que les permitiera amputar áreas esenciales de la encomienda. Y ¿quién tomó esas decisiones? Coroneles del PP metidos en el consejo de administración con rango de secretarios y subsecretarios autonómicos. Es la parte híbrida de esta guerra.

Finalmente, les ha servido para desarticular la UVE. Un proyecto que no tenía mucha sustancia pero que había logrado algo importante: sentar a los bomberos de las tres provincias para trabajar en un Consorcio Único. Sin un proyecto alternativo, los Consorcios seguirán atrincherándose en su provincias, a costa de aumentar sus presupuestos, renunciando a una coordinación autonómica eficiente.


Además, la sarta de bulos y medias verdades que se sueltan desde la tribuna han agotado toda su pólvora sin estallar. No hay nada detrás de todas las acusaciones vertidas. Es falso que se quisiera enchufar a mil personas. Lo saben perfectamente. Se presentó una RPT duplicada porque había una adaptación de puestos: estaban los puestos actuales y los mismos puestos, pero adaptando su nomenclatura y características al nuevo convenio que se había firmado. Quizás fuera un error de procedimiento, pero teniendo a 300 personas por estabilizar y a 200 bomberos forestales de refuerzo sin trabajar, nadie puede creerse algo tan burdo. Y lo más importante, si tantas irregularidades existen, ¿dónde están las denuncias a la fiscalía? ¿Por qué no hay nadie en el banquillo? En fin, un triste teatro mediático, sobre actuado, que sólo ha servido para arrojar sombras sobre un servicio esencial que necesita algo de luz entre tanta oscuridad.

El problema es que las cosas no son tan fáciles y el Servicio de Bomberos Forestales es un Servicio esencial que está cobrando especial relevancia por el cambio climático. Venimos de actuar durante la DANA de 2019, la pandemia de 2020, la borrasca Filomena de 2021, los grandes incendios de 2022 que quemaron más de 30.000 Ha y del incendio de Villanueva de Viver de 2023 que se convirtió en el mayor incendio en invierno de la historia de España.

2019: Dana

2020: Pandemia. Montando hospitales de campaña

2021. Temporal Filomena

2022 y 2023: Grandes Incendios forestales. En la foto, IF Bejís

Y lo que parecía un plan perfecto, va a terminar por convertirse en un verdadero quebradero de cabeza para VOX, totalmente lego en los conflictos colectivos y que desconoce las consecuencias que puede alcanzar la batalla cuando lleguen los incendios de verdad y nos pongan un micrófono en cada intervención. 

Porque es muy fácil exponer la nefasta gestión que se está haciendo y entender la amenaza que supone continuar por la senda de los recortes y la autodestrucción que ha iniciado el Consell. No tiene sentido seguir por este camino, obstaculizando unas reivindicaciones que tratan de imponer algo de sentido común al actual escenario climático. Tarde o temprano alguien tendrá que arremangarse y ponerse a trabajar en poner orden en este servicio, porque la realidad es tozuda y persistente. Los inviernos de hoy son los veranos de ayer. No se puede entender que siga sin actualizarse la plantilla, mientras vemos como los inviernos se vuelven tan agresivos como los veranos de antes y los temporales de lluvia y nieve son cada vez más virulentos.

Lo que planteamos supone apenas una gota en el océano presupuestario de la GV. Pueden seguir mirando hacia otro lado, pero van a tener que dar muchas explicaciones. Los bosques de hoy no son sólo un entorno bonito. Ahora también son un almacén de combustible. Escuchen a la ciudadanía que reclama proteger nuestros bosques, pero también que los protejamos de ellos cuando arden cerca de sus hogares. Recomendamos a la Consellera que escuche también a los que entienden de fuego. Lejos de ser una amenaza, somos la oportunidad de hacer las cosas bien. En sus manos está avanzar o retroceder.

viernes, 10 de noviembre de 2023

El séptimo componente


 

Ahora que estamos en campaña electoral, suenan propuestas de todo tipo. Aunque ninguna sección pueda asegurar que pueda llegar a ejecutarla, ya que la última palabra la tiene la empresa y los agentes del sector público, sí que son un indicador de dónde van a dedicar sus esfuerzos o a qué colectivo se están dirigiendo.

Entre las diferentes propuestas, está la del “séptimo componente”. Pero en realidad, ¿qué sabemos de esta propuesta? ¿en qué consiste?

Voy a tratar de arrojar algo de luz en este sentido, ya que no se mucho más que el título de la novela.

¿Qué es el séptimo componente?

Actualmente, las unidades de tierra con autobomba están conformadas por 6 componentes:

1 - Jefe de Unidad

1 - Subjefe

1 - Conductor AB

3 – Bomberos Forestales

A parte de estos 6 componentes hay dos figuras más, el Sustituto de Vacaciones Titular o SVT (anual) y el Sustituto de Vacaciones de Refuerzo o SVR (4 meses). Son figuras pivotantes que van saltando de turno y categoría para cubrir los vacíos que generan las vacaciones. Eso supone que actualmente, cada Unidad de Bomberos Forestales esté compuesto por un total de 13,33 trabajadores.

Pues bien, el séptimo componente lo que hace es sustituir el SVR por un puesto de todo el año, de tal forma que serían 14 el total de puestos por Unidad de BF, es decir, 7 por turno (y de ahí el séptimo componente). Se trata de un modelo que ya existe en bomberos y que permite mantener una dotación fija mientras se alternan para disfrutar de sus periodos vacacionales.

Otra opción sería un séptimo componente estricto, es decir, mantener una dotación fija de 7 personas por cada turno, pero esto implicaría un aumento de personal parecido al tercer turno, pero sin las ventajas operativas de esta última opción.

Esta propuesta va acompañada con alguna variante como el aumento de la dotación de las unidades helitransportadas a 20 (10 por turno).

¿Cuántos puestos de trabajo suponen en total?

En principio, y a falta de más información, el séptimo componente en las unidades de tierra no se aplicaría a las unidades de refuerzo, ya que no tienen la figura del SVR y además por una cuestión física, ya que en las unidades sin autobomba sólo caben 5 personas en el vehículo 4x4. Por lo tanto si contamos los actuales puestos de SVR, son uno por unidad de todo el año (40 en total).

¿Cómo se articula el séptimo componente dentro de la unidad?

Pues es una pregunta que no sé resolver del todo. Lo más sencillo, con la actual RPT es crear otro SVT para que pueda ejercer cualquier función. Sin embargo, hay que ser conscientes de que la creación de la figura del Bombero Forestal Conductor (o Polivalente) es inminente por la debilidad que supone que la autobomba dependa de una sola persona. Así pues es un modelo que, de aplicarse, hemos de hacerlo mirando a futuro

La cuestión es que la figura pivotante, si bien recaería actualmente en los SVT, con la unificación de categorías entraríamos todos en la rueda, es decir, en función de los periodos vacacionales, podemos terminar trabajando en un turno u otro, lo cual no tiene por qué ser ni bueno ni malo. Lo importante aquí es dejar claro que ese "séptimo" podría ser cualquiera

¿Cuáles son las ventajas?

1. Se crearían nuevos puestos de trabajo que supondrían una oportunidad para conseguir un trabajo estable.

2. A nivel operativo, habría más personal los meses en los que hay 7 componentes reales (6 meses aproximadamente).

3. En las unidades helitransportadas, unificarían dotaciones y reforzarían la plantilla.

¿Cuáles son los inconvenientes?

Bien, aunque a priori pueda parecer que no hay inconvenientes en esto de ampliar plantilla, si miramos un poco más allá y, sobretodo, con ojo de empresa, descubriremos que detrás hay amenazas que igual no hacen la propuesta tan apetecible.

1. Limitaciones físicas y capacidad de carga

Actualmente nos cuesta horrores llevar en los vehículos todo el equipo. En los últimos años, mientras los 4x4 han ido reduciendo su capacidad y espacio disponible, paralelamente se han ido añadiendo nuevos elementos: caja jerricán, células inmovilizadoras, nueva motosierra, cuñas, martillo, eslingas, mosquetones, poleas, etc... Además, los nuevos EPIs de intervención, tanto de incendios como de clima adverso, aunque suponen un avance en seguridad, son equipos más pesados y voluminosos. Todo ello hace que los vehículos estén siempre al límite de su capacidad.

Pero además, hay una limitación en cuanto a la carga, es decir, el Peso Máximo Autorizado (PMA) de los vehículos. Hace años, en Castellón se tuvieron que retirar las bandejas portamateriales y reubicar a uno de los bomberos forestales como acompañante del conductor de AB precisamente porque se estaba sobrepasando.

El modelo “séptimo componente” implica hacer auténticas virguerías para meter a 5 personas en los vehículos y pensamos que además, puede sobrepasar el PMA, con todas las repercusiones en seguridad que ello implica.

Todo ello exige de un estudio de viabilidad que todavía no se ha hecho.

2. Sin mejora operativa en verano

Como se ha explicado, realmente ya existía un séptimo componente en verano, ya que durante los 4 meses del SVR la dotación total de la unidad es de 14 profesionales. Por eso mismo, ese refuerzo no tendrá ningún efecto en esos meses, ya que permanecerían totalmente como hasta ahora... o no? Lo veremos.

 

Calendarización según modelo actual y séptimo componente

3. Amenaza de Movilidad geográfica

Hemos llegado fácilmente a dos conclusiones:

  1. Que hayan siete personas en la unidad es un problema.

  2. No hay ventajas en verano, porque la gente me sobra en invierno.

Si nosotros hemos llegado a estas conclusiones, seguramente lo hará la dirección de la empresa. Así que levantemos la vista y veamos un poco más allá y las implicaciones que a medio plazo puede llegar a tener esto.

En primer lugar, si fuerais un directivo de operaciones de la SGISE y os encontrarais con unidades que tienen 7 componentes y otras que andan casi inoperativas con 3 o 4 por falta de personal, ¿que haríais? Pues bueno, las matemáticas nos dicen que lo suyo sería enviar ese “séptimo componente” a las unidades que necesitan personal. Con ello alivio las unidades de 7 (las dejo en 6) y completo a las que tienen poco personal. Es decir activaría una movilidad geográfica.

No ver que esto pasará es de pecar de inocentes e ingenuos. Entre otras cuestiones porque la empresa tiene capacidad para hacerlo dentro de tu jornada de trabajo por su poder de organización. Todos aquellos que compartimos coche para ir a trabajar nos podemos encontrar con la situación de que al volver al parque tras una movilidad ya no estén nuestros compañeros o todavía no hayan vuelto de un servicio. Compartir coche sería imposible.

 Por cierto, esto ya se intentó regular en uno de los convenios que nos quería aplicar la empresa (sí, el que firmaron CCOO y CGT) 👇

Y es que, una vez abierto el melón, da igual que muevan al "séptimo" o al sexto. Porque si mueven, lo harán siempre que sea necesario, aunque no sobre nadie.

Y...¿a quién le tocaría la china de irse de unidad? Pues ni idea.

4. Vacaciones ¿fuera de la época estival?

Sería el siguiente paso de un buen director de operaciones. Trasladar el séptimo componente a la época de máximo riesgo. No tiene sentido ir con dotaciones de 7 personas en invierno mientras en verano tengo a las unidades al borde de la inoperatividad. Y para eso habría que introducir limitaciones en los periodos vacacionales, especialmente en verano, para invertir la actual programación. Esto ya se hace en bomberos, aunque claro... ellos con cambiar un día tienen nueve días libres.

5. La misma temporalidad

Y es que esta fórmula no elimina la precariedad. Es cierto que convierte 40 puestos eventuales en puestos de todo el año, pero mantiene el actual sistema refuerzo, en los mismos términos. Puede que los de ahora tengan la oportunidad de consolidar su puesto, pero entrarán nuevos fijos discontinuos a ocupar sus vacantes. Y seguirán reclamando estabilidad.

5. Sin mejoras para el personal fijo

Es importante, a la hora de aprobar nuevas medidas, valorar qué impacto tienen en el conjunto de los trabajadores. La introducción del séptimo componente da una oportunidad a las personas que buscan estabilidad (aunque serán sustituidos por nuevos trabajadores eventuales), pero supone un cambio de modelo que puede afectar al día a día de las personas por todo lo que he explicado: movilidad, vacaciones, espacio, seguridad, etc... Hay alternativas mucho más integradoras y necesarias a igual incremento en la masa salarial.

Mi opinión

Los 40 puestos suponen realmente un aumento de la masa salarial de 25 bomberos forestales, ya que los actuales SVR que ya hay equivalen a 15 trabajadores anuales. En el conjunto de la SGISE no supone gran cosa, pero sin embargo, antes de optar por esta fórmula, hay otras alternativas que sí integran las necesidades de todo el servicio. Por ejemplo, los puesto de segunda actividad.

Existe una gran inquietud sobre esta cuestión. Con un trabajo tan exigente como el nuestro, todos estamos en el bombo de que nos surja una patología y la mutua nos de un NO APTO. Todavía no hemos diseñado una segunda actividad, pero lo que tenemos claro es que necesitamos unos 50 puestos para cubrir ese 6% que negociamos con Tragsa. Aquí tenéis el extracto del acuerdo 👇

 

Esos puestos de segunda actividad ofrecen nuevos puestos de trabajo y seguridad para los que ya están, sin la necesidad de someterse al horizonte incierto que supone el modelo del séptimo componente.

Además, implementar algo así no haría más que dificultar la aplicación de un tercer turno. Una idea que ya está en la mente de todos y que en cada gran incendio ha demostrado ser más necesario que nunca. Los tiempos que corren no son para parches ni experimentos, sino para reforzar la plantilla y ganar operatividad real. El tercer turno y la segunda actividad son opciones integradoras que mejoran la vida de todas las personas y optimizan el operativo.Si se tiene que dar un paso adelante, que sea para avanzar de verdad.

 

sábado, 12 de agosto de 2023

Día del bombero forestal. Defender nuestra identidad

 


La historia del servicio de bomberos forestales deja atrás un reguero de reivindicaciones desatendidas y luchas perdidas. Tratados como trabajadores de segunda y menospreciados por el señorío institucional y empresarial, hemos sido utilizados como soldados de fortuna enviados al frente a matarse contra el fuego. Si algo ha caracterizado nuestra relación con la administración ha sido la desidia y la apatía.

Siendo un servicio esencial, nadie se ha tomado lo nuestro en serio. El turismo institucional al que nos han sometido evoca esa imagen de niño huérfano que vaga de una casa de acogida en otra. Despierta la ternura intrínseca a la infante orfandad, pero en el fondo, nadie lo quiere en su casa. Y ahí está la administración, consciente de que hay que darle un techo y comida, por misericordia pero sobretodo, para que no se nos muera delante de los vecinos.

Nadie como nosotros conoce las raíces de este servicio y la transición del perfil profesional. Hemos sido el relevo de esos trabajadores ya jubilados, que empezaron en esto con un pañuelo en la boca y un bocata en la mochila. Sin apenas camiones, peleaban contra el fuego con ramas, azadas de casa y mecheros tratando de defender no sólo el monte, sino también sus hogares y sus campos, pues la mayoría eran vecinos del lugar. Cazadores, agricultores y ganaderos, con un profundo conocimiento del entorno y que veían la lucha contra el fuego como un cometido necesario, inevitable e ineludible. Muchos empezaron lanzándose como voluntarios al monte. Poco a poco empezaron a formarse cuadrillas y los ayuntamientos empezaron a pagarles unos duros los meses de verano. Hasta hoy.

Hoy los profesionales del servicio ya no son vecinos de la zona. La mayoría ni si quiera viven del campo ni tienen casas amenazadas por la masa forestal. Sin embargo, siguen dejándose la piel exáctamente igual en cada incendio... algunos se dejan hasta la vida. Como Ernesto Aparicio y Emilio Albargues, que perecieron en el incendio de Torres de les Massanes hace hoy 11 años. Muchos recordamos todavía aquella tragedia, que continuó incluso cuando la última incandescencia fue sofocada. Al dolor de los compañeros y la familia se sumó el despido del compañero Pancho, el vacío institucional y el archivo de la causa sin ningún responsable.

Abandonados incluso en el lecho de muerte. Sin salvas al aire ni ceremonias pintorescas, fueron despedidos por amigos y familiares en el mismo lugar donde el fuego se llevó sus vidas. Como un soldado abatido en un fuego cruzado.

Y es que en el fondo, da la sensación de eso mismo. De que nos quieren convertir en soldados y dilapidar nuestra historia y nuestra profesión bajo una bandera que no representa patria alguna. La deriva que está llevando el servicio, presenta una simetrías con la UME que dan escalofríos. Alejando al trabajador de su profesión para dejarlo a los pies del bien supremo, anteponiendo la "patria" a sus propias vidas, renunciando al individuo a favor del colectivo y despojándonos de cualquier identidad que pueda competir con la marca de la Consellería y su publicidad institucional. La UVE pretende ser el ejército de la Consellería, una masa inerme de trabajadores silenciosos, desprovistos de identidad, de oficio, de profesión ni aspiracion alguna, pero lista para lo que sea y morir en cualquier trinchera, a las ordenes de los nuevos capitanes de la emergencia. 

La maniobra de eliminar nuestra identidad "Bombers Forestals" de nuestros trajes no se debe a un descuido ni un error. No son ningún secreto las aspiraciones de los máximos responsables operativos de tener su propio ejército de soldaditos de la UVE; obedientes, serviles, dóciles, sumisos... listos para renunciar a su vida y su conciliación por el bien superior de la patria valenciana. Dispuestos a desistir de sus derechos y reivindicaciones para alcanzar la gloria identitaria. Preparados para sustituir el "gaitero" por La Senyera mientras los capitantes se llenan los bolsillos con la arena que tragamos en cada trinchera.

El lenguaje bélico al que a veces nos sumergen sin darnos cuenta, tampoco es casual. Y es curiosos que mientras los soldados de la UME intentan saltar a los servicios profesionales de bomberos forestales, nuestro servicio de bomberos forestales se va desvaneciendo a favor de una suerte de ejército autonómico, renunciando al oficio que nos ha dado la dignidad y el reconocimiento social y laboral.

Nuestros compañeros caídos tenían nombres y apellidos, un oficio, una profesión, un proyecto de vida... eran individuos con personalidad propia, con ideas e inquietudes. Eran bomberos forestales. Si perdemos la guerra cultural, si permitimos que borren nuestra historia y nuestra lucha eliminando nuestros símbolos identitarios, nos habrán convertido en ese ansiado ejército de soldados dóciles e inermes.

Hoy más que nunca

#SOMBOMBERSFORESTALS

miércoles, 17 de mayo de 2023

28M Y SITUACIÓN ACTUAL DEL SERVICIO DE BOMBEROS FORESTALES

 

Legislatura 2019 - 2023


1 de abril de 2019. Los bomberos y bomberas forestales que trabajábamos para la Generalitat Valenciana subcontratados por TRAGSA, pasamos a estar subcontratados por otra empresa mercantil llamada SGISE. Aunque la enmienda de subrogación indicaba que debíamos ser subrogados a la AVSRE (ente público), en un juego de trileros, el gobierno de Ximo Puig dio el cambiazo, creando otra empresa mercantil que llamó SGISE, mediante un acuerdo rubricado por CCOO y UGT. Con los argumentos de que era la fórmula más apropiada, nos aseguraron que el personal consolidaría su puesto de trabajo y que todo sería más fácil.

 


LA SGISE 4 AÑOS DESPUÉS

Ya hace cuatro años de aquella subrogación, tiempo más que suficiente para cumplir con aquellas promesas. ¿Se ha cumplido alguna de ellas? Para respondernos a esta cuestión, basta con respondernos a las siguientes preguntas:

¿Se ha conseguido la estabilidad del personal?

¿Tenemos nuevo convenio colectivo?

¿Han mejorado los epis y el equipamiento?

¿Se han reducido los abusos laborales?

¿Se ha eliminado la temporalidad?

¿Se ha incrementado la plantilla?



LA (IN)-ESTABILIDAD DE LOS TRABAJADORES EN FRAUDE DE LEY

A fecha de hoy, 17 de mayo, la situación laboral de los trabajadores es la más crítica de su historia. Un tercio de la plantilla está abocada a superar un proceso selectivo para mantener su empleo, algo que se prometió que no iba a suceder. Nadie ha movido ni un dedo para solucionar esta enorme injusticia y los trabajadores han tenido que acogerse a una ley nacional pensada para funcionarios interinos como salvavidas para mantener su empleo, sin ninguna garantía de permanencia. Trabajadores con más de 10 años de experiencia, pueden perder su trabajo. La empresa se cierra en banda a cerrar cualquier acuerdo que consolide en sus actuales puestos de trabajo a los que superen el proceso, demostrando a lo largo de todos estos años una incuria total hacia el problema y una enorme falta de valentía e implicación con la plantilla. Administraciones como la de la Generalitat de Catalunya, han implementado fórmulas legales que han permitido a sus interinos dormir tranquilos desde hace más de un año, mientras que los nuestros, todavía no saben si seguirán trabajando ni dónde. Decisiones que afectan a cientos de familias que tampoco duermen tranquilas desde hace muchos años.

 


La respuesta es que no solo no se ha conseguido la estabilidad del personal, sino que los trabajadores se encuentran en un momento de máxima inseguridad y vulnerabilidad, ante un escenario incierto y una empresa que se lava las manos.


CONVENIO COLECTIVO

En abril de 2019 se firmó por parte de todos los sindicatos un convenio colectivo con amplio consenso sindical y laboral. Meses más tarde, un informe de sector público, muy similar a los que vendrían después, servía de excusa para tumbar aquel texto. Poco después, sin previo aviso apareció sobre la mesa de negociación una nueva propuesta de mínimos, redactada por CCOO y asumida como propia por la empresa, que escondía en la letra pequeña amplios recortes en las condiciones laborales del personal. SPPLB junto con otras secciones sindicales minoritarias se mantuvo firme contra aquel texto acordado a espaldas de todo el mundo y que suponía un recorte en las condiciones laborales. Tras varias reuniones de “negociación” consistentes en presentar una y otra vez el mismo texto, sin control de cambios ni medidas que garantizaran un mínimo de transparencia en el proceso, la empresa consiguió estampar la firma de CCOO y CGT, es decir, una mayoría social. El convenio se envió en busca del informe favorable de sector público y posterior publicación. A partir de ahí no sabemos con certeza cuántos informes intercambiaron sector público y la dirección de la SGISE. En una reunión mantenida con la directora de sector público descubrimos que el texto había sido modificado y vuelto a enviar sin informar a la parte social. El empeño de la empresa y sus sindicatos afines llevó al punto de urdir en la sombra un pacto extraestatutario que sorteara la representación social mayoritaria. Sin embargo, el empeño acabó en saco roto, cometiendo los mismos errores que en el anterior, con informes negativos de sector público y, además, con la oposición mayoritaria de una plantilla dispuesta a defender sus derechos.

 


Tras aquel intento de imponer un convenio con el rodillo, la empresa nos volvió a sentar en la mesa de negociación, ya con otro talante. Lo que antes no se podía, ahora sí. Lo que eran obstáculos insalvables ahora se convertían en defectos de forma. Más del 80% de nuestras dieciséis páginas de alegaciones fueron incorporadas al texto. Sin embargo, la asimetría generada en la nueva estructura retributiva, la implementación de complementos incomprensibles para ciertas categorías, la nueva clasificación profesional o la eliminación de facto de la promoción interna ha generado recelos entre los propios trabajadores, que ven el convenio como un conjunto de peticiones personales de los delegados sentados en la mesa. Y es que la última semana de negociación previa al informe fue bochornosa, con solicitudes a la carta que daban auténtica vergüenza.

Es normal que en estos momentos, muchos trabajadores echen la culpa de los informes negativos (o pseudo informes, porque todavía no hay ninguno oficial) a los propios representantes por estar obsesionados con el “qué hay de lo mío”, olvidándose de que representan a un conjunto y que lo “suyo” a veces va en contra de lo de la mayoría, especialmente si además va en contra de la legalidad. Pero no es menos cierto que es la empresa quien tiene la obligación de racionalizar los recursos y organizar un operativo coherente con los tiempos que corren. Ceder a las presiones sindicales, renunciando al sentido común, hace de la gerencia una marioneta sin ningún tipo de poder director o de arbitrio.


 

He estado sentado en esas mesas y soy de los pocos bomberos forestales rasos llamados a negociar. Cuando defiendo mi categoría (que no lo mío, que es distinto) también defiendo a casi la mitad del colectivo. Así que sí, mea culpa cuando peleo en minoría por la categoría mayoritaria más baja del escalafón, en una mesa donde la representación es inversa a la realidad: mucho capitán y poco soldado. Y lo seguiré defendiendo con uñas y dientes. Pero también he defendido en multitud de ocasiones a los Jefes de Unidad, poco representados también en esas mesas, siendo los responsables máximos de la extinción del 90% de los incendios forestales. Y no me escondo cuando apuesto por la categoría única como modelo operativo y, a la vez, el desarrollo de normas transitorias que minimicen las fricciones en esa transición. Una transformación pausada, pero compatible con la foto de hoy. Un cambio con oportunidades, pero sin oportunistas.

De cualquier forma, el convenio tiene unas mejoras sustanciales. Tras años con una inflación desbocada, nuestros salarios vuelven al terreno de la precariedad. Hay compañeros que ni si quiera saben si llegarán a fin de mes y cualquier mejora retributiva la necesitan como agua de mayo. Tiempo habrá para remediar el desaguisado teniendo en cuenta que las elecciones de este año pueden dar un vuelvo en las mayorías representadas y que quedan muchas cosas por reglamentar.

EPIS Y EQUIPAMIENTOS

La mejora de los EPIs es una reivindicación histórica. Hasta la entrada en la SGISE, el parámetro principal para la elección del EPI era el precio. No quedan tan lejos aquellos tiempos en los que íbamos con cascos de obra. En los últimos años se ha hecho hincapié en la necesidad de prendas ergonómicas y funcionales para hombres y mujeres. También en el diseño, puesto que en nuestras competencias somos la imagen del servio de emergencias de la Generalitat y nuestros uniformes deben transmitir seguridad y profesionalidad al ciudadano. Sin embargo, pese a que todo apunta a que los nuevos trajes están a punto de llegar, la realidad a 11 días de las elecciones es que comenzamos la campaña con los mismos trajes de intervención de hace 20 años. Lo grave del asunto es que, además, hay verdaderos problemas para reponer los trajes actuales. Es decir, no es que no tengamos todavía los trajes nuevos, sino que empezamos a carecer de los “viejos” creando un problema de seguridad tremendo, que pese a haberlo trasladado a los máximos órganos operativos, parecen estar a otras cosas.

 


En el apartado de materiales, mención especial tienen las autobombas. En verano, con la llegada de las unidades de refuerzo, nos quedamos sin apenas flota de sustitución. Las unidades dependen principalmente de las autobombas. Sin ellas es como tener un avión sin agua, es decir, un recurso valioso pero casi inútil, debido al tipo de vegetación que tenemos en el mediterráneo. A fecha de hoy la flota está excesivamente envejecida y ya se están dando casos de unidades con autobombas averiadas que han tenido que acudir a incendios de su término municipal con batefuegos y azadas mientras los vecinos les increpaban.

ABUSOS LABORALES

El bombero forestal vive pegado a un teléfono. Aunque sólo le pagan sus horas de trabajo presencial (1.630 horas anuales), tiene que estar de guardia localizada un total de 2.282 horas anuales durante su tiempo de descanso. Pero además, existe un tipo de disponibilidad que también invade tu tiempo libre y es la que te obliga a mantenerte en la emergencia hasta 10 horas más allá del fin de tu jornada. Esta disponibilidad, que se resume por parte de la empresa en “este tiempo es mío hasta que decida que es tuyo” , supone otras 1.630 horas anuales que invaden también nuestro tiempo libre. La suma total de horas al servicio de la empresa suponen para cada trabajador un total de 5.542 horas anuales. Si lo tradujéramos en jornadas de 8 horas, supondrían 692 días de trabajo.

Así pues, los bomberos forestales sufrimos un abuso permanente. Recientemente, un juzgado de Guadalajara ha declarado que “solo la “mera amenaza” de reincorporación a la prestación de trabajo durante la guardia ya supone que, de facto, el trabajador se vea sometido a una presión psicológica que le impide organizar adecuadamente su tiempo libre y dedicarlo a sus asuntos personales, con los riesgos que ello acarrea para el efectivo descanso y la salud del trabajador”

 

Autor: Sebastian Toba

Esto no tiene visas de cambiar. Sin embargo, en los últimos tiempos, por la falta de plantilla, las unidades se encuentran cada vez con menos personal, llegando a estar inoperativas o con la mitad de componentes. Esto no sólo aumenta la carga de trabajo de cada bombero forestal, sino que además, la falta de turnos de relevo está dilatando el tiempo dedicado a la intervención superando las 12 horas establecidas por el convenio y el PEIF. Esto, a parte de ser un abuso, supone un riesgo para los trabajadores, que tras jornadas de trabajo maratonianas, deben regresar a sus bases y luego a sus casas, llegando a sumar hasta 3 horas de desplazamiento en unas condiciones de agotamiento extremo. Esto es especialmente grave en el caso de los conductores, al quedar fuera de la normativa de descansos regulado en el transporte por carretera por ser un servicio de emergencias. Los conductores, en una intervención no tienen tiempos de descanso reglamentados y pueden ampliar la jornada hasta 20 horas, con tareas de conducción, carga y descarga, repostaje, etc, con un alto grado de estrés por el terreno tan abrupto en el que circulan. En estas circunstancias, hemos encontrado reticencias por parte de la empresa a la hora de parar para tomar un café de vuelta a la base, y ya ni decir para que se haga cargo del ticket. Parece ser que se entienden como un capricho más de los trabajadores.

 


PLANTILLA INSUFICIENTE

Todo esto es consecuencia, entre otras cuestiones, de una plantilla insuficiente. Cualquier servicio de emergencias que de servicio 24 horas al día los 7 días de la semana tiene un sistema de atención continuada basado en unos turnos con relevos presenciales. Esto permite una mayor conciliación, puesto que tu jornada se limita a tu horario presencial, y se traduce en una mejor atención, ya que siempre hay alguien en el puesto de trabajo preparado para dar asistencia. 

 

 

Incendio Forestal en Torres Torres declarado a las 9:23 am. A esa hora no hay ninguna unidad de bomberos forestales con presencia en base

Este ejemplo trasladado a bomberos públicos supone que cada puesto de trabajo está sustentado mediante 7 trabajadores. Sin embargo, en el servicio de bomberos forestales no existe un verdadero servicio de atención continuada, ya que cada puesto de trabajo está sustentado por sólo dos trabajadores, que se turnan durante todo el año para ofrecer ese servicio de 24 horas, 7 días a la semana. A la vista está que las cuentas no salen. Por eso se tapan las carencias mediante unos sistemas de guardias y de disponibilidad abusivos.

Esta falta de plantilla no sólo se traduce en abusos, sino también en fallas operativas. Una plantilla diseñada sin tener en cuenta el absentismo estructural de cualquier servicio, que ronda el 15%, carece de personal para cubrir las ausencias, lo cual deriva en una merma operativa notable, hasta el punto de que en el arranque de esta campaña, el número de unidades inoperativas está batiendo récord históricos.

 

  Autor: Isabel Infantes

 

Hay consenso en todas las secciones sindicales de que es necesario implantar como mínimo un turno adicional de trabajo (el famosos tercer turno) para dar consistencia a la nueva Unidad Valenciana de Emergencias, que alardea de ser un servicio con capacidad de atención sostenida en el tiempo. La realidad es que con la plantilla actual, tras 24 horas de intervención la operatividad se derrumba como un castillo de naipes y son los consorcios de bomberos, y no los medios especializados en incendios forestales, los que se encargan de sostener la emergencia mediante turnos extraordinarios.

 


Para ahondar todavía más en el problema, ya hace tres años que no se cubren los puestos de sustituto de vacaciones de refuerzo, lo cual crea ausencias crónicas durante los cuatro peores meses del verano. Es decir, vivimos en un mundo virtual. Aunque por un lado la empresa promete ampliar la plantilla en un componente más por unidad, la realidad es que ese componente extra que ya teníamos en verano, lo han eliminado de facto. La falta de plantilla se traduce en unidades incompletas, aumento de carga de trabajo, dilatación de los tiempos de intervención, mermas en la conciliación y, en general, un peor servicio de extinción.

TEMPORALIDAD

Los estudios evidencian la desestacionalización de la época cálida y la implantación de veranos cada vez más largos y extremos. Este año, sin ir más lejos, hemos tenido en Castellón el incendio más grande de España declarado fuera del verano. La realidad nos dice que si atendemos a la época de riesgo, carece de sentido modular el dispositivo, ya que en cualquier momento puede declararse un gran incendio. Pero es que a nivel operativo es insostenible tener empleos temporales. Es como si contratas a un jugador de fútbol el fin de semana y esperas que entrene y se prepare por su cuenta entre semana. Los bomberos forestales deben entrenarse durante todo el año, con adiestramientos diarios, formación física y una serie de actividades preparatorias que permitan estar listo en el momento de la intervención. El actual modelo, sin embargo, contrata a casi 200 trabajadores para el refuerzo de verano. Personas que han tenido que buscarse la vida el resto del año, pueden encontrarse en primera línea de fuego su primer día de trabajo. Este planteamiento sólo puede entenderse desde un profundo menosprecio a la profesión y a las particularidades de los riesgos que asumimos. Pensar que cualquiera puede ponerse en primera línea sin una preparación previa, es estar totalmente fuera de la realidad de este servicio. Y estamos hablando además de unidades y parques que funcionan de forma autónoma, sin tutelas, en bases aisladas y, por qué no decirlo, con instalaciones bastante precarias.

 
Así pues, la temporalidad de este servicio sigue siendo la de siempre, siendo el único servicio de emergencias que tiene puestos estructurales de 6 meses al año. Aunque algunas unidades de refuerzo han ampliado su contratación a todo el año, siguen existiendo 200 trabajadores temporales, con la precariedad que ello implica a nivel personal y profesional.

 


 CONCLUSIONES

Dadas las fechas en las que estamos, podría entenderse este resumen como algo tendencioso que busca desgastar al gobierno de turno. Nada más lejos de la realidad. En estas cuestiones mi ideología siempre se queda en un cajón. Y es que, ojalá estuviéramos en otra coyuntura. Porque por una parte se percibe un esfuerzo real por parte de unos pocos en hacer que esto funcione, pero por otro, vemos que todo se gestiona en clave electoral o personal. Y eso es lo que debemos temer. Porque, ¿qué pasa si no nos quejamos ahora? ¿Qué pasa si dejamos que todo pase? ¿Quién va a tener prisa por solucionar algo el 29 de mayo?

No nacimos para ser complacientes, sino para cambiar las cosas. Y las cosas, a fecha de hoy, no están bien. Es cierto que todo parece que va a mejorar, pero a la vez, seguimos con las manos vacías. Y esto es un mensaje para todos, no sólo para los que están, sino también para los que podrían estar tras el 28M.

Por parte de la oposición, no vemos proyecto. Las últimas intervenciones dejan entrever unas líneas que no nos gustan nada. No quiero repetir lo que ya dije en la anterior entrada, pero quiero dejar claro que tampoco vemos alternativa alguna. 

 Programa del PPCV para el 28M sobre los bomberos forestales. En el programa de VOX o Ciudadanos ni si quiera salimos.

Nadie nos ha llamado, salvo para pedir munición contra el enemigo. Excepto algunos partidos políticos minoritarios, los grandes adversarios del PSOE sólo ven nuestro servicio como un saco de votos, una granada de mano o unos asientos muy cómodos. En este sentido todavía no hemos hablado de “la cúpula” de la SGISE. Una serie de personas que están donde están de forma irregular, según la propia Intervención de la Generalitat, y que son los responsables de la deriva de este servicio a todos los niveles. Más preocupados muchos de ellos en prepararse la cama, es inevitable ver en el convenio y en las estructuras retributivas la rúbrica de los que ni si quiera se han sentado a negociar. Con sueldos astronómicos y complementos sacados como de una chistera, representan en este momento lo peor de las mercantiles y, por desgracia, la razón de nuestra animadversión hacia estas fórmulas “chiringuiformes”

 

 

Personalmente echo en falta una dirección política comprometida con el servicio y la emergencia climática. Alguien con las ideas claras y los arrestos necesarios para plantar cara a políticos, sindicatos y administraciones en defensa del servicio y de sus profesionales. Alguien que empuje de abajo hacia arriba. Alguien que sienta este servicio como proyecto propio, y no como una encomienda política, un chiringuito o una catapulta hacia algo mejor.

La cuestión es que las promesas no se comen. Mejoramos nuestras condiciones laborales en la anterior legislatura, pero el contexto económico lo ha dilapidado en los últimos años con una inflación desbocada. En vez de avanzar cuatro años, hemos vuelto a la casilla de salida en un contexto de incertidumbre tan alto, que nadie puede estar satisfecho. Así que sólo puedo dar un consejo a los de arriba y a los de abajo: espabilad


domingo, 30 de abril de 2023

¿LA GRAN BURBUJA?


 

Conforme se acercan las elecciones autonómicas, municipales y generales, asistimos al que está siendo quizás, el mayor terremoto normativo de los servicios de bomberos forestales.

En primer lugar, recordar que ya el año pasado se aprobó el Real Decreto-ley 15/2022 sobre medidas urgentes de incendios forestales. Este decreto-ley, de poco alcance realmente, establecía sin embargo lo que va a ser el escenario futuro: dispositivos durante todo el año y medios profesionales estables y permanentes.

A nivel estatal, se está trabajando a marchas forzadas en la Ley Básica de Bomberos Forestales. Su texto, en principio vago y de poco calado, podría dar un giro decisivo tras la rendición del Gobierno a la nueva realidad del sector, representado por plataformas como la PASBF alejadas de los tradicionales sindicatos amarillos. La participación de la plataforma en las negociaciones podría convertir un texto meramente posibilista en una norma solida y de obligado cumplimiento. Este documento pasaría a dar amparo normativo a las diferentes comunidades para poder implantar medidas esenciales como la jubilación anticipada, el reconocimiento de la categoría profesional, la segunda actividad, las enfermedades profesionales o el reconocimiento de la excepcional penosidad, peligrosidad y toxicidad de la profesión.

A nivel de la Comunitat Valenciana, el recorrido viene de un poco más lejos y el marco normativo es bastante complejo. En los últimos cinco años, varios acontecimientos legislativos han sido decisivos en la trayectoria del servicio. Por un lado, la aprobación del Reglamento de Bomberos Forestales, con pocos efectos prácticos, salvo consolidar funciones que ya venían recogidas en diferentes planes especiales y procedimientos de actuación. Una base sólida que de cara al futuro permitirá desarrollar todas las capacidades del servicio. Por otro, la aprobación de la enmienda de subrogación del servicio a la AVSRE, que finalmente, con la complicidad de los de siempre, terminó en una mercantil más, alejándonos del objetivo principal de pasar a lo público. Por ello, cabe señalar también a nivel legislativo la aprobación del Decreto Ley 4/2018 de creación de la SGISE. 

 

En febrero de este año, no sin cierta polémica, se ha aprobado el Decreto 13/2023 de creación de la Unidad Valenciana de Emergencias. Un armazón legislativo que trata de organizar bajo un mismo paraguas a la Agencia Valenciana de Emergencias (AVSRE), el Servicio de Bomberos Forestales, 112CV, al Centro de Coordinación de Emergencias, CNP Generalitat y Prevención de Incendios Forestales. Quizás lo más relevante de esta fórmula sea el apuntalamiento de un mando único autonómico en las emergencias, algo que por la compartimentación provincial de los SPEIS, suponía un verdadero quebradero de cabeza. Con esta creación jurídica, será más fácil movilizar medios de cualquier punto de la Comunitat desde una dirección autonómica, especialmente en materias que no son propias de los SPEIS. Algo que paradójicamente es extraordinariamente difícil, al depender en estos momentos de las centralitas de unos consorcios incapaces de movilizar ágilmente medios interprovinciales.

Por otro lado, hace apenas 10 días se aprobó por Decreto la comisión técnica que se encargará de diseñar el cuerpo único para gestionar de manera centralizada e integral las emergencias que se declaren en la Comunitat Valenciana. En seis meses tiene que presentar una propuesta de funcionamiento que integre los servicios de diferentes administraciones, incluyendo también a la Unidad Valenciana de Emergencias. Una maniobra inteligente por parte de la Consellería, que ante las voces críticas a la UVE, pasa la pelota al tejado de los Consorcios.

Y ya por último, está en la cocina el I Convenio SGISE. Un convenio que depende de un armazón legislativo tan complejo y profuso que poco margen deja para la negociación. Sometido a presupuestos, al EBEP, al TRET, a Sector Público, a Función Pública, al Reglamento, a la Ley de Emergencias, a la UVE y en breve a la Ley Básica de Bomberos Forestales. Un convenio que aspira a mejorar las condiciones laborales a nivel económico, profesional y en materia de conciliación, pero que con cada revisión de sector público, va perdiendo músculo. Por cierto, un convenio que si nadie lo remedia, se carga por completo la promoción profesional.

 

EL ALFILER


 Las elecciones están muy cerca y la burbuja normativa crece y crece, sin llegar al BOE aquellos aspectos que afectan realmente a las condiciones laborales de los bomberos y las bomberas forestales. La realidad es que a fecha de hoy, seguimos exáctamente igual que el 1 de abril de 2019: gente sin estabilizar, salarios precarios tras dos años de inflación desbocada, epis que nunca llegan, guardias abusivas y falta de personal. Mientras la Consellera de Justicia dice comisión tras comisión que todo va bien, las mejoras de los trabajadores siguen siendo virtuales, sustentadas en promesas y voluntades propiciadas por la proximidad de las elecciones. Esperemos que esta vez llegue de verdad o el truco se descubrirá antes de que acabe la función.

Por el lado de la oposición no vemos alternativa ni proyecto. Volver al antiguo modelo unificado de prevención y la extinción es no entender la complejidad del escenario actual al que se enfrenta la ciudadanía. Aunque son competencias que forman parte de una misma estrategia, la especialización profesional es totalmente distinta y sólo converge en materia forestal. El servicio de bomberos y bomberas forestales es diverso y participa en general de la emergencia en el medio rural y autonómico, ya sea de naturaleza forestal, meteorológica, sanitaria o de cualquier otra índole, tal como establece el reglamento de bomberos forestales. Gobiernos como el andaluz, con el Partido Popular al frente, han aceptado la complejidad de la emergencia climática y lejos de dar pasos atrás, están siguiendo un camino paralelo al valenciano. Este mismo mes ha aprobado la creación de la Agencia de Seguridad y Gestión Integral de Emergencias, donde la dirección del Plan Regional de Incendios forestales y de la extinción, pasa de la Consejería de Medio Ambiente a la Consejería de Protección Civil y Emergencias y textualmente dice “deberá procurarse la incorporación progresiva del personal de intervención a la consejería competente en materia de emergencias” . Una UVE andaluza con el bombero forestal en el epicentro del servicio.

Así pues la burbuja puede pinchar. Si no se materializan cosas tan importantes como un convenio digno que mejore la vida de los bomberos sin cortapisas a su carrera profesional, o una Ley básica que reconozca derechos esenciales que ya tienen otros profesionales, el suflé se puede venir abajo.

Todo se tiene que resolver en estos meses, ya sea por las fechas electorales o por los plazos legislativos. Sorprende ver que tenemos por delante un escenario donde el engaño y la promesa gratuita va a descubrirse antes de la cita con las urnas y en medio de un verano que augura ser extraordinariamente virulento para los incendios forestales. Así que todo apunta a que tenemos que mantenernos firmes en nuestras reivindicaciones porque el viento sopla a favor. Hay gobiernos que dependen de un puñado de votos, de cuatro notas de prensa o de una marea amarilla. Hay motivos sobradamente justificados para enmendar la situación de un colectivo olvidado que está exponiéndose como nadie a la emergencia climática. Por una vez los tiempos son nuestros. Donde no han servido nuestros argumentos y razones, quizás llegue la presión de las urnas y de la calle.

Fuegos que no queman. Bosques que no arden

 Una historia de bomberos forestales   A veces cuesta explicar la situación en la que nos encontramos. Para la sociedad en general, los inc...