miércoles, 17 de mayo de 2023

28M Y SITUACIÓN ACTUAL DEL SERVICIO DE BOMBEROS FORESTALES

 

Legislatura 2019 - 2023


1 de abril de 2019. Los bomberos y bomberas forestales que trabajábamos para la Generalitat Valenciana subcontratados por TRAGSA, pasamos a estar subcontratados por otra empresa mercantil llamada SGISE. Aunque la enmienda de subrogación indicaba que debíamos ser subrogados a la AVSRE (ente público), en un juego de trileros, el gobierno de Ximo Puig dio el cambiazo, creando otra empresa mercantil que llamó SGISE, mediante un acuerdo rubricado por CCOO y UGT. Con los argumentos de que era la fórmula más apropiada, nos aseguraron que el personal consolidaría su puesto de trabajo y que todo sería más fácil.

 


LA SGISE 4 AÑOS DESPUÉS

Ya hace cuatro años de aquella subrogación, tiempo más que suficiente para cumplir con aquellas promesas. ¿Se ha cumplido alguna de ellas? Para respondernos a esta cuestión, basta con respondernos a las siguientes preguntas:

¿Se ha conseguido la estabilidad del personal?

¿Tenemos nuevo convenio colectivo?

¿Han mejorado los epis y el equipamiento?

¿Se han reducido los abusos laborales?

¿Se ha eliminado la temporalidad?

¿Se ha incrementado la plantilla?



LA (IN)-ESTABILIDAD DE LOS TRABAJADORES EN FRAUDE DE LEY

A fecha de hoy, 17 de mayo, la situación laboral de los trabajadores es la más crítica de su historia. Un tercio de la plantilla está abocada a superar un proceso selectivo para mantener su empleo, algo que se prometió que no iba a suceder. Nadie ha movido ni un dedo para solucionar esta enorme injusticia y los trabajadores han tenido que acogerse a una ley nacional pensada para funcionarios interinos como salvavidas para mantener su empleo, sin ninguna garantía de permanencia. Trabajadores con más de 10 años de experiencia, pueden perder su trabajo. La empresa se cierra en banda a cerrar cualquier acuerdo que consolide en sus actuales puestos de trabajo a los que superen el proceso, demostrando a lo largo de todos estos años una incuria total hacia el problema y una enorme falta de valentía e implicación con la plantilla. Administraciones como la de la Generalitat de Catalunya, han implementado fórmulas legales que han permitido a sus interinos dormir tranquilos desde hace más de un año, mientras que los nuestros, todavía no saben si seguirán trabajando ni dónde. Decisiones que afectan a cientos de familias que tampoco duermen tranquilas desde hace muchos años.

 


La respuesta es que no solo no se ha conseguido la estabilidad del personal, sino que los trabajadores se encuentran en un momento de máxima inseguridad y vulnerabilidad, ante un escenario incierto y una empresa que se lava las manos.


CONVENIO COLECTIVO

En abril de 2019 se firmó por parte de todos los sindicatos un convenio colectivo con amplio consenso sindical y laboral. Meses más tarde, un informe de sector público, muy similar a los que vendrían después, servía de excusa para tumbar aquel texto. Poco después, sin previo aviso apareció sobre la mesa de negociación una nueva propuesta de mínimos, redactada por CCOO y asumida como propia por la empresa, que escondía en la letra pequeña amplios recortes en las condiciones laborales del personal. SPPLB junto con otras secciones sindicales minoritarias se mantuvo firme contra aquel texto acordado a espaldas de todo el mundo y que suponía un recorte en las condiciones laborales. Tras varias reuniones de “negociación” consistentes en presentar una y otra vez el mismo texto, sin control de cambios ni medidas que garantizaran un mínimo de transparencia en el proceso, la empresa consiguió estampar la firma de CCOO y CGT, es decir, una mayoría social. El convenio se envió en busca del informe favorable de sector público y posterior publicación. A partir de ahí no sabemos con certeza cuántos informes intercambiaron sector público y la dirección de la SGISE. En una reunión mantenida con la directora de sector público descubrimos que el texto había sido modificado y vuelto a enviar sin informar a la parte social. El empeño de la empresa y sus sindicatos afines llevó al punto de urdir en la sombra un pacto extraestatutario que sorteara la representación social mayoritaria. Sin embargo, el empeño acabó en saco roto, cometiendo los mismos errores que en el anterior, con informes negativos de sector público y, además, con la oposición mayoritaria de una plantilla dispuesta a defender sus derechos.

 


Tras aquel intento de imponer un convenio con el rodillo, la empresa nos volvió a sentar en la mesa de negociación, ya con otro talante. Lo que antes no se podía, ahora sí. Lo que eran obstáculos insalvables ahora se convertían en defectos de forma. Más del 80% de nuestras dieciséis páginas de alegaciones fueron incorporadas al texto. Sin embargo, la asimetría generada en la nueva estructura retributiva, la implementación de complementos incomprensibles para ciertas categorías, la nueva clasificación profesional o la eliminación de facto de la promoción interna ha generado recelos entre los propios trabajadores, que ven el convenio como un conjunto de peticiones personales de los delegados sentados en la mesa. Y es que la última semana de negociación previa al informe fue bochornosa, con solicitudes a la carta que daban auténtica vergüenza.

Es normal que en estos momentos, muchos trabajadores echen la culpa de los informes negativos (o pseudo informes, porque todavía no hay ninguno oficial) a los propios representantes por estar obsesionados con el “qué hay de lo mío”, olvidándose de que representan a un conjunto y que lo “suyo” a veces va en contra de lo de la mayoría, especialmente si además va en contra de la legalidad. Pero no es menos cierto que es la empresa quien tiene la obligación de racionalizar los recursos y organizar un operativo coherente con los tiempos que corren. Ceder a las presiones sindicales, renunciando al sentido común, hace de la gerencia una marioneta sin ningún tipo de poder director o de arbitrio.


 

He estado sentado en esas mesas y soy de los pocos bomberos forestales rasos llamados a negociar. Cuando defiendo mi categoría (que no lo mío, que es distinto) también defiendo a casi la mitad del colectivo. Así que sí, mea culpa cuando peleo en minoría por la categoría mayoritaria más baja del escalafón, en una mesa donde la representación es inversa a la realidad: mucho capitán y poco soldado. Y lo seguiré defendiendo con uñas y dientes. Pero también he defendido en multitud de ocasiones a los Jefes de Unidad, poco representados también en esas mesas, siendo los responsables máximos de la extinción del 90% de los incendios forestales. Y no me escondo cuando apuesto por la categoría única como modelo operativo y, a la vez, el desarrollo de normas transitorias que minimicen las fricciones en esa transición. Una transformación pausada, pero compatible con la foto de hoy. Un cambio con oportunidades, pero sin oportunistas.

De cualquier forma, el convenio tiene unas mejoras sustanciales. Tras años con una inflación desbocada, nuestros salarios vuelven al terreno de la precariedad. Hay compañeros que ni si quiera saben si llegarán a fin de mes y cualquier mejora retributiva la necesitan como agua de mayo. Tiempo habrá para remediar el desaguisado teniendo en cuenta que las elecciones de este año pueden dar un vuelvo en las mayorías representadas y que quedan muchas cosas por reglamentar.

EPIS Y EQUIPAMIENTOS

La mejora de los EPIs es una reivindicación histórica. Hasta la entrada en la SGISE, el parámetro principal para la elección del EPI era el precio. No quedan tan lejos aquellos tiempos en los que íbamos con cascos de obra. En los últimos años se ha hecho hincapié en la necesidad de prendas ergonómicas y funcionales para hombres y mujeres. También en el diseño, puesto que en nuestras competencias somos la imagen del servio de emergencias de la Generalitat y nuestros uniformes deben transmitir seguridad y profesionalidad al ciudadano. Sin embargo, pese a que todo apunta a que los nuevos trajes están a punto de llegar, la realidad a 11 días de las elecciones es que comenzamos la campaña con los mismos trajes de intervención de hace 20 años. Lo grave del asunto es que, además, hay verdaderos problemas para reponer los trajes actuales. Es decir, no es que no tengamos todavía los trajes nuevos, sino que empezamos a carecer de los “viejos” creando un problema de seguridad tremendo, que pese a haberlo trasladado a los máximos órganos operativos, parecen estar a otras cosas.

 


En el apartado de materiales, mención especial tienen las autobombas. En verano, con la llegada de las unidades de refuerzo, nos quedamos sin apenas flota de sustitución. Las unidades dependen principalmente de las autobombas. Sin ellas es como tener un avión sin agua, es decir, un recurso valioso pero casi inútil, debido al tipo de vegetación que tenemos en el mediterráneo. A fecha de hoy la flota está excesivamente envejecida y ya se están dando casos de unidades con autobombas averiadas que han tenido que acudir a incendios de su término municipal con batefuegos y azadas mientras los vecinos les increpaban.

ABUSOS LABORALES

El bombero forestal vive pegado a un teléfono. Aunque sólo le pagan sus horas de trabajo presencial (1.630 horas anuales), tiene que estar de guardia localizada un total de 2.282 horas anuales durante su tiempo de descanso. Pero además, existe un tipo de disponibilidad que también invade tu tiempo libre y es la que te obliga a mantenerte en la emergencia hasta 10 horas más allá del fin de tu jornada. Esta disponibilidad, que se resume por parte de la empresa en “este tiempo es mío hasta que decida que es tuyo” , supone otras 1.630 horas anuales que invaden también nuestro tiempo libre. La suma total de horas al servicio de la empresa suponen para cada trabajador un total de 5.542 horas anuales. Si lo tradujéramos en jornadas de 8 horas, supondrían 692 días de trabajo.

Así pues, los bomberos forestales sufrimos un abuso permanente. Recientemente, un juzgado de Guadalajara ha declarado que “solo la “mera amenaza” de reincorporación a la prestación de trabajo durante la guardia ya supone que, de facto, el trabajador se vea sometido a una presión psicológica que le impide organizar adecuadamente su tiempo libre y dedicarlo a sus asuntos personales, con los riesgos que ello acarrea para el efectivo descanso y la salud del trabajador”

 

Autor: Sebastian Toba

Esto no tiene visas de cambiar. Sin embargo, en los últimos tiempos, por la falta de plantilla, las unidades se encuentran cada vez con menos personal, llegando a estar inoperativas o con la mitad de componentes. Esto no sólo aumenta la carga de trabajo de cada bombero forestal, sino que además, la falta de turnos de relevo está dilatando el tiempo dedicado a la intervención superando las 12 horas establecidas por el convenio y el PEIF. Esto, a parte de ser un abuso, supone un riesgo para los trabajadores, que tras jornadas de trabajo maratonianas, deben regresar a sus bases y luego a sus casas, llegando a sumar hasta 3 horas de desplazamiento en unas condiciones de agotamiento extremo. Esto es especialmente grave en el caso de los conductores, al quedar fuera de la normativa de descansos regulado en el transporte por carretera por ser un servicio de emergencias. Los conductores, en una intervención no tienen tiempos de descanso reglamentados y pueden ampliar la jornada hasta 20 horas, con tareas de conducción, carga y descarga, repostaje, etc, con un alto grado de estrés por el terreno tan abrupto en el que circulan. En estas circunstancias, hemos encontrado reticencias por parte de la empresa a la hora de parar para tomar un café de vuelta a la base, y ya ni decir para que se haga cargo del ticket. Parece ser que se entienden como un capricho más de los trabajadores.

 


PLANTILLA INSUFICIENTE

Todo esto es consecuencia, entre otras cuestiones, de una plantilla insuficiente. Cualquier servicio de emergencias que de servicio 24 horas al día los 7 días de la semana tiene un sistema de atención continuada basado en unos turnos con relevos presenciales. Esto permite una mayor conciliación, puesto que tu jornada se limita a tu horario presencial, y se traduce en una mejor atención, ya que siempre hay alguien en el puesto de trabajo preparado para dar asistencia. 

 

 

Incendio Forestal en Torres Torres declarado a las 9:23 am. A esa hora no hay ninguna unidad de bomberos forestales con presencia en base

Este ejemplo trasladado a bomberos públicos supone que cada puesto de trabajo está sustentado mediante 7 trabajadores. Sin embargo, en el servicio de bomberos forestales no existe un verdadero servicio de atención continuada, ya que cada puesto de trabajo está sustentado por sólo dos trabajadores, que se turnan durante todo el año para ofrecer ese servicio de 24 horas, 7 días a la semana. A la vista está que las cuentas no salen. Por eso se tapan las carencias mediante unos sistemas de guardias y de disponibilidad abusivos.

Esta falta de plantilla no sólo se traduce en abusos, sino también en fallas operativas. Una plantilla diseñada sin tener en cuenta el absentismo estructural de cualquier servicio, que ronda el 15%, carece de personal para cubrir las ausencias, lo cual deriva en una merma operativa notable, hasta el punto de que en el arranque de esta campaña, el número de unidades inoperativas está batiendo récord históricos.

 

  Autor: Isabel Infantes

 

Hay consenso en todas las secciones sindicales de que es necesario implantar como mínimo un turno adicional de trabajo (el famosos tercer turno) para dar consistencia a la nueva Unidad Valenciana de Emergencias, que alardea de ser un servicio con capacidad de atención sostenida en el tiempo. La realidad es que con la plantilla actual, tras 24 horas de intervención la operatividad se derrumba como un castillo de naipes y son los consorcios de bomberos, y no los medios especializados en incendios forestales, los que se encargan de sostener la emergencia mediante turnos extraordinarios.

 


Para ahondar todavía más en el problema, ya hace tres años que no se cubren los puestos de sustituto de vacaciones de refuerzo, lo cual crea ausencias crónicas durante los cuatro peores meses del verano. Es decir, vivimos en un mundo virtual. Aunque por un lado la empresa promete ampliar la plantilla en un componente más por unidad, la realidad es que ese componente extra que ya teníamos en verano, lo han eliminado de facto. La falta de plantilla se traduce en unidades incompletas, aumento de carga de trabajo, dilatación de los tiempos de intervención, mermas en la conciliación y, en general, un peor servicio de extinción.

TEMPORALIDAD

Los estudios evidencian la desestacionalización de la época cálida y la implantación de veranos cada vez más largos y extremos. Este año, sin ir más lejos, hemos tenido en Castellón el incendio más grande de España declarado fuera del verano. La realidad nos dice que si atendemos a la época de riesgo, carece de sentido modular el dispositivo, ya que en cualquier momento puede declararse un gran incendio. Pero es que a nivel operativo es insostenible tener empleos temporales. Es como si contratas a un jugador de fútbol el fin de semana y esperas que entrene y se prepare por su cuenta entre semana. Los bomberos forestales deben entrenarse durante todo el año, con adiestramientos diarios, formación física y una serie de actividades preparatorias que permitan estar listo en el momento de la intervención. El actual modelo, sin embargo, contrata a casi 200 trabajadores para el refuerzo de verano. Personas que han tenido que buscarse la vida el resto del año, pueden encontrarse en primera línea de fuego su primer día de trabajo. Este planteamiento sólo puede entenderse desde un profundo menosprecio a la profesión y a las particularidades de los riesgos que asumimos. Pensar que cualquiera puede ponerse en primera línea sin una preparación previa, es estar totalmente fuera de la realidad de este servicio. Y estamos hablando además de unidades y parques que funcionan de forma autónoma, sin tutelas, en bases aisladas y, por qué no decirlo, con instalaciones bastante precarias.

 
Así pues, la temporalidad de este servicio sigue siendo la de siempre, siendo el único servicio de emergencias que tiene puestos estructurales de 6 meses al año. Aunque algunas unidades de refuerzo han ampliado su contratación a todo el año, siguen existiendo 200 trabajadores temporales, con la precariedad que ello implica a nivel personal y profesional.

 


 CONCLUSIONES

Dadas las fechas en las que estamos, podría entenderse este resumen como algo tendencioso que busca desgastar al gobierno de turno. Nada más lejos de la realidad. En estas cuestiones mi ideología siempre se queda en un cajón. Y es que, ojalá estuviéramos en otra coyuntura. Porque por una parte se percibe un esfuerzo real por parte de unos pocos en hacer que esto funcione, pero por otro, vemos que todo se gestiona en clave electoral o personal. Y eso es lo que debemos temer. Porque, ¿qué pasa si no nos quejamos ahora? ¿Qué pasa si dejamos que todo pase? ¿Quién va a tener prisa por solucionar algo el 29 de mayo?

No nacimos para ser complacientes, sino para cambiar las cosas. Y las cosas, a fecha de hoy, no están bien. Es cierto que todo parece que va a mejorar, pero a la vez, seguimos con las manos vacías. Y esto es un mensaje para todos, no sólo para los que están, sino también para los que podrían estar tras el 28M.

Por parte de la oposición, no vemos proyecto. Las últimas intervenciones dejan entrever unas líneas que no nos gustan nada. No quiero repetir lo que ya dije en la anterior entrada, pero quiero dejar claro que tampoco vemos alternativa alguna. 

 Programa del PPCV para el 28M sobre los bomberos forestales. En el programa de VOX o Ciudadanos ni si quiera salimos.

Nadie nos ha llamado, salvo para pedir munición contra el enemigo. Excepto algunos partidos políticos minoritarios, los grandes adversarios del PSOE sólo ven nuestro servicio como un saco de votos, una granada de mano o unos asientos muy cómodos. En este sentido todavía no hemos hablado de “la cúpula” de la SGISE. Una serie de personas que están donde están de forma irregular, según la propia Intervención de la Generalitat, y que son los responsables de la deriva de este servicio a todos los niveles. Más preocupados muchos de ellos en prepararse la cama, es inevitable ver en el convenio y en las estructuras retributivas la rúbrica de los que ni si quiera se han sentado a negociar. Con sueldos astronómicos y complementos sacados como de una chistera, representan en este momento lo peor de las mercantiles y, por desgracia, la razón de nuestra animadversión hacia estas fórmulas “chiringuiformes”

 

 

Personalmente echo en falta una dirección política comprometida con el servicio y la emergencia climática. Alguien con las ideas claras y los arrestos necesarios para plantar cara a políticos, sindicatos y administraciones en defensa del servicio y de sus profesionales. Alguien que empuje de abajo hacia arriba. Alguien que sienta este servicio como proyecto propio, y no como una encomienda política, un chiringuito o una catapulta hacia algo mejor.

La cuestión es que las promesas no se comen. Mejoramos nuestras condiciones laborales en la anterior legislatura, pero el contexto económico lo ha dilapidado en los últimos años con una inflación desbocada. En vez de avanzar cuatro años, hemos vuelto a la casilla de salida en un contexto de incertidumbre tan alto, que nadie puede estar satisfecho. Así que sólo puedo dar un consejo a los de arriba y a los de abajo: espabilad


Fuegos que no queman. Bosques que no arden

 Una historia de bomberos forestales   A veces cuesta explicar la situación en la que nos encontramos. Para la sociedad en general, los inc...